domingo, 7 de octubre de 2012

Gritar nazi sin estudiar los hechos no es historia, es histeria.


El odio por el odio es siempre imbécil. Hace cometer tonterías. ¿Odio de qué? El hombre inteligente sabe que hay muchas formas de actuación política y de doctrinas políticas, sean o no “democráticas” (…)

No creo en la democracia parlamentaria, con sus centenares de diputados, sin formación la mayoría de las veces y muy a menudo incluso sin capacidad. Una vez elegidos, la gran mayoría de ellos no servirán nunca para nada. Cincuenta diputados (o menos) bastarían perfectamente, en lugar de los 350 que hay en España o de los 500 de Francia.


Los gobiernos escogidos por los diputados son sus rehenes. Un jefe de gobierno sometido a sus presiones tiene que formar su equipo teniendo estrictamente en cuenta los diversos clanes de su partido, las representaciones regionales, las presiones más diversas, incluso de los bancos (sin los cuales ningún partido sobreviviría), sin olvidar a los homosexuales, las arpías feministas, los energúmenos de todos los colores, que son, cada uno por su cuenta, reyes de la calle democrática (…)

Poder fuerte es el que hemos promovido nosotros, los llamados “nazis”. “Nazi” es hoy un insulto. Y es en este sentido que lo emplean aquellos que nos lo echan a la cara. A lo largo de más de un cuarto de siglo, buena parte de Europa fue fascista, y la otra estuvo a punto de serlo. Esta Europa sustituía a unos regímenes parlamentarios agónicos (…) Era una cosa bien diferente a cualquiera de los raros plebiscitos “democráticos” de hoy, sobre la Otan por ejemplo, que son violados sin demora entre mil hipocresías y sonrisas.

Lo que siempre hemos buscado, primero de todo, fue la fraternizaron de las clases y la eliminación de las distintas luchas sociales. Nunca fuimos de derechas o de izquierdas. Para nosotros, un país no es el 50 por ciento de sus habitantes luchando rabiosamente contra el otro 50 por ciento, localmente estimulados por los partidos rivales. Un país es un pueblo y no dos mitades de un cuerpo electoral, dormidas durante cuatro años, despiertas durante tres semanas de campañas furibundas…

¿Teníamos razón? ¿Eran los otros los que tenían razón? Son problemas que hay que sopesar sin ceguera voluntaria y sobre todo sin ira.

Hemos vivido unas experiencias políticas y sociales inmensas en el curso de este siglo. Vale la pena estudiarlas y no taparlas bajo un montón de basura (…)

Solo el fanatismo puede explicar la rabia con la cual muchos se niegan a estudiar estos hechos históricos (…)

Gritar sin cesar “¡nazi!”, a nuestro paso, sin admitir el menor examen objetivo de los hechos, no es historia, es histeria.

Cualquier persona razonable tiene que decirse:

“Si no tienen más argumentos que los insultos, está claro que no pueden más”.

(Extractos de "El Odio Político" por Léon Degrelle). Uno de los grandes pensadores que ha sido pisoteado, difamado y menospreciado por los "amigos de la tolerancia".

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