miércoles, 28 de noviembre de 2012

Blancos y orgullosos



Imaginaros a millones de indígenas a los que se les intentara borrar su cultura, se les impidiera por todos los medios su reproducción y se invitara a otros pueblos a invadir su tierra con el fin de ahogarlos demográficamente y hacerlos desaparecer en unos 25 años. Estaríamos hablando de un genocidio en toda regla. Un genocidio denunciable en la ONU, si la ONU no estuviera controlada y dirigida por esos mismos genocidas. Los giliprogres organizarían concentraciones y protestas por toda Europa. Pero en este caso no lo harán por dos razones. Porque se trata de los propios indígenas europeos y porque uno de los rasgos principales de la giliprogresía europea es precisamente odiar su propia raza, cultura y tradición.
Una vez más desde este humilde rincón nos pronunciamos en contra de la satanización que otros hacen de la inmigración masiva a Europa. No vienen, les traen. Y les traen para usarles como ariete contra los propios europeos. Queremos denunciar la labor genocida del Sionismo Financiero (ese y no otro es el verdadero supremacismo racista), que desde instituciones presuntamente europeas como la UE, están perpetrando una verdadera limpieza étnica contra los europeos. Y queremos dejar muy claro que denunciar este genocidio, no supone odio a ninguna raza o pueblo de la Tierra. Nosotros estamos en favor de la diversidad humana y por tanto defendemos el derecho a existir de todas las razas de la Tierra. Si a alguien odiamos es a quienes desde 1945 se han empeñado en hacerse los amos del mundo, quitando de en medio a los únicos pueblos que siempre les han hecho frente. Los pueblos de Europa. Habéis ganado en Libia y en Irak, pero fracasaréis en Siria y en Europa. Si en algo tenemos fe, es en la victoria. Un día y puede que más pronto que tarde, la Humanidad os pondrá donde os corresponde. En el último lugar del menosprecio. Y allí permaneceréis eternamente con vuestro odio, vuestras mentiras, vuestra degeneración y vuestra vileza, en el putridero de la Historia.
Isidoro Sanz

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